En 1541, dos náufragos de una desafortunada expedición a Patagonia contaron haber encontrado una ciudad perdida en medio de la cordillera : los templos de esa ciudad eran de oro macizo y sus calles eran pavimentadas también con oro. Los habitantes de esa ciudad vivían en el ocio y conocían el secreto de la juventud eterna. Este Eldorado patagónico se llamaba Ciudad de los Césares, Ciudad Errante, o Trapalanda. Durante mucho tiempo se buscó Trapalanda. Numerosas expediciones se sucedieron, en búsqueda de la ciudad mítica.

En 1923, un tal doctor Wolf descubrió una muralla de 150 m de largo y 12 m de alto, en el monte Zeballos, al oeste de la provincia argentina de Santa Cruz. La noticia se difundió en los diarios de América : por fin, se había encontrado Trapalanda. Pero la grande muralla del monte Zeballos era en realidad una formación de origen volcánica : sólo la erosión había tallado la piedra, y no los habitantes de Trapalanda. Detrás de los altos muros de basalte : ningún Eldorado.

Atraida por esa utopía que es la Patagonia, espacio en blanco sobre los mapas, en los cuales se proyectan los sueños y fantasías, yo también me fui para el monte Zeballos, en busca de esas paredes - viaje al revés por un lugar a la vez real y inexistante, en el país de Eldorado...